“Prevención de enfermedades transmitidas por vectores”, es este año el tema escogido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) apuntando a poner el tema en agenda y tornarlo prioritario para la salud pública mundial.
Desde la Unidad de Promoción y Prevención de la Salud “Pretendemos aumentar la concientización sobre la amenaza que suponen los vectores y las enfermedades vectoriales; incentivando a las personas y comunidades a que adopten medidas de protección”.
Los vectores son organismos que transmiten patógenos, entre ellos parásitos, de una persona (o animal) infectada a otra. Entre los más conocidos están los mosquitos, las chinches, las garrapatas y los caracoles. Ellos son responsables de la transmisión de una amplia gama de enfermedades que afectan al ser humano o a los animales con enfermedades como paludismo, dengue, fiebre amarilla, chagas y filariasis.
Las enfermedades vectoriales representan un 17% de la carga mundial estimada de enfermedades infecciosas. La enfermedad de este tipo con mayor crecimiento a escala mundial es el Dengue, cuya incidencia se ha multiplicado por 30 en el último medio siglo. En Argentina, por ejemplo, entre diciembre de 2012 y mayo de 2013 se estudiaron 5270 pacientes con síntomas compatibles con Dengue. Respecto a la enfermedad de chagas, según información de la Organización Panamericana de la Salud, existen alrededor de 1,6 millones de personas infectadas y más de 300.000 afectados por cardiopatías de origen chagásico. Por su parte la fiebre amarilla, endémica en zonas tropicales y América Latina, causando unas 30.000 muertes en el mundo.
Patologías como estas son frecuentes en zonas tropicales y subtropicales y en lugares con problemas de acceso al agua potable y al saneamiento. A ello se suma el cambio climático, ya que las modificaciones ambientales pueden favorecer a los vectores. Asimismo el comercio, los viajes y la urbanización están teniendo gran impacto en la transmisión de estas enfermedades y haciendo que aparezcan en países en los que antes no existían.
Cómo protegernos:
Usar ropas que sirvan de barrera en la exposición a la picaduras de mosquitos.
La utilización de mecanismos para impedir el acceso de los vectores en las viviendas como el uso de mosquiteros en puertas y ventanas.
Tapar recipientes en los que se almacena agua, poner boca abajo baldes y palanganas, eliminar charcos y drenajes de los lugares en los que acumula el agua.
Retirar de los patios objetos sin utilidad como latas, botellas, neumáticos, trozos de plástico, lona, bidones cortados.
Proteger cuna o cochecito del bebé con tules mosquiteros.
Aplicar repelente evitando lastimaduras, piel irritada, las manos o cerca de los ojos y la boca. Evitar su aplicación excesiva y reiterada.
Fiebre amarilla: la vacunación es la medida preventiva más efectiva. Una sola dosis es suficiente para brindar protección de por vida.
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