El Ataque Cerebro Vascular –ACV- es una afección causada por un trastorno de la circulación cerebral que ocasiona una alteración transitoria o definitiva del funcionamiento de una o varias partes del cerebro.
Existen dos tipos de ACV: uno de ellos es el Isquémico y otro es el Hemorrágico. El ACV Isquémico se produce cuando un coágulo de sangre obstruye las arterias cerebrales. El Hemorrágico es producto de la ruptura de una de esas arterias.
Entre los síntomas a tener en cuenta se encuentra la debilidad o adormecimiento de brazo, pierna o mitad de la cara. También aparecen dificultades para hablar o entender y confusión; pérdida brusca y repentina de la visión en un ojo, pérdida de equilibrio y coordinación, y dolor intenso de cabeza sin causa aparente.
Para prevenirlo, IOMA recomienda a sus afiliados realizar controles periódicos de presión arterial, diabetes y colesterol. Además, es recomendable no fumar ni consumir drogas, evitar el exceso de alcohol y no llevar una vida sedentaria.
Uno de cada seis
Las estadísticas indican que 1 de cada 6 personas sufrirá un ACV en algún momento de su vida. Mientras usted lee esto alguien está sufriendo un ACV, y dentro de cuatro minutos lo padecerá otra persona. Durante 2014 unos 18.000 argentinos habrán muerto por un ACV, la 1º causa de discapacidad del país. Por eso hay que estar atentos a los síntomas y saber cómo actuar porque Alguien Como Vos puede sufrir uno.
¿Qué hacer?
Si estamos con alguien que pudiera estar siendo víctima de un ACV, en primer término debemos llamar a emergencias e indicar que el paciente posiblemente sufrió un ACV. Acostar a la persona sobre uno de sus costados con un almohadón para dejar las vías aéreas despejadas; no darle ninguna medicación, ni líquidos, ni alimentos. Desde la Unidad de Prevención y Promoción de la Salud que funciona en el IOMA indican que la clave es actuar con celeridad ya que la atención en las primeras 3 horas es decisiva para reducir los daños “porque las células que se mueren no se reemplazan”. Si la ambulancia demora más de 30 minutos, debemos tratar de acercar al paciente hasta un centro médico por nuestros medios.
Identificar síntomas y actuar rápidamente
“Es la mejor forma de protegernos porque tiempo perdido es cerebro perdido”.
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